Este es un espacio de opinión sobre todo lo que va saliendo o entrando en mi esfera de intereses. No aborda un tema particular, encontrarás aquí desde recetas de cocina, intentos de poesía, opinión, crítica, fotografía de la ciudad y ensayo corto. ¡Bienvenido!
El libro de un hombre solo.
"...desde el momento en que las personas pierden su propia voz, se convierten en muñecos de trapo que no pueden escapar de la gran mano que los manipula."
jueves, 19 de agosto de 2010
domingo, 8 de agosto de 2010
Almafuerte en el Puente Fuerzas Armadas
San Antonio de los Altos
El jueves 5 de agosto, estaba de cacería por el Puente Fuerzas Armadas –en Caracas- y entre remate y remate llegué a uno de 5 Bs.; cuando veo un remate de este tipo recuerdo que mi amigo Carlos Rodríguez, siempre dice: “…no desprecie estos montones, algo puede haber…”, me detuve y empecé a hurgar, levantando con mis manos, trataba de llegar al fondo del remate… y allí estaba con su portada ALMAFUERTE, busqué en el índice de esa edición de Antonio Zamora (1964) los siete Sonetos Medicinales, y estaban allí esperándome.
A Almafuerte no es común encontrarlo en las librerías caraqueñas, hace años lo vi en la Librería Lectura del CC. Chacaíto, y hoy lo tengo sobre mi mesa. Veo mi nuevo (viejo) ejemplar y me sorprende lo que ha vivido él, lo que ha viajado, está firmado por su primera dueña: Lourdes de Padilla, en Buenos Aires (10-4-68). Es el segundo volumen. Ya aparecerán los otros.
Transcribo a continuación para mis amigos a Almafuerte, estos Siete Sonetos Medicinales ya han sido escuchados en boca de otros, incluyendo a Facundo Cabral. Pero es una medicina que he estado buscando desde hace bastante porque siento su fuerza y su poder, no de curación; la poesía no cura sino que abre heridas, deja los cuerpos sin piel, extremadamente sensibles, como me lo explicara una vez Diana García.
Almafuerte
SIETE SONETOS MEDICINALES
¡AVANTI!
Para Don Felix J. Tettamanti.
Si te postran diez veces, te levantas
Otras diez, otras cien, otras quinientas…
No han de ser tus caídas tan violentas
Ni tampoco, por ley, han de ser tantas.
Con el hambre genial con que las plantas
Asimilan el humus avarientas,
Deglutiendo el rencor de las afrentas
Se formaron los santos y las santas.
Obsesión casi asnal, para ser fuerte,
Nada más necesita la criatura,
Y en cualquier infeliz se me figura
Que se rompen las garras de la suerte…
¡Todos los incurables tienen cura
Cinco segundos antes de la muerte!
¡PIU AVANTI!
No te des por vencido ni aun vencido,
No te sientas esclavo, ni aun esclavo;
Trémulo de pavor, piénsate bravo,
Y arremete feroz, ya mal herido.
Ten el tesón del clavo enmohecido,
Que ya viejo y ruin vuelve a ser clavo;
No la cobarde intrepidez del pavo
Que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede como Dios que nunca llora,
O como Lucifer, que nunca reza,
O como el robledal, cuya grandeza
Necesita del agua y no la implora…
¡Que muerda y vocifera vengadora,
Ya rodando en el polvo tu cabeza!
¡MOLTO PIU AVANTI!
Los que vierten sus lágrimas amantes
Sobre las penas que no son sus penas;
Los que olvidan el son de sus cadenas,
Para limas las de los otros antes;
Los que van por el mundo delirantes,
Repartiendo su amor a manos llenas,
Caen, bajo el peso de sus obras buenas
Sucios, enfermos, trágicos…¡sobrantes!
¡Ah! ¡Nunca quieras remediar entuertos!
Nunca sigas impulsos compasivos!
¡Ten los garfios del odio siempre activos,
Y los ojos del Juez siempre despiertos!...
¡Y al echarte en la caja de los muertos,
Menosprecia los llanos de los vivos!
¡MOLTO PIU AVANTI ANCORA!
El mundo miserable es un estrado
Donde todo es estólido y fingido,
Donde cada anfitrión guarda escondido
Su verdadero ser tras el tocado.
No digas tu verdad ni al más amado;
No demuestres temor ni al más temido;
No creas que jamás te hayan querido
Por más besos de amor que te hayan dado.
Mira como la nieve se deslíe
Sin que apostrofe al sol su labio yerto,
Cómo ansían las nubes el desierto
Sin que a ninguno su ansiedad confíe…
¡Trema como el infierno; pero ríe!
¡Vive la vida plena, pero muerto!
¡MOLTISSIMO PIU AVANTI ANCORA!
Si en ves de las estúpidas panteras
Y los férreos estúpidos leones,
Encerrasen dos flacos mocetones
En esa frágil cárcel de las fieras,
No habrían de yacer noches enteras
En el blando pajar de sus colchones,
Sin esperanzas ya, sin reacciones
Lo mismo que dos plácidos horteras;
Cual Napoleones, pensativos, graves,
No como el tigre sanguinario y maula,
Escrutarían palmo a palmo su aula,
Buscando las rendijas, no las llaves…
¡Seas el que tu seas, ya lo sabes:
A escrutar las rendijas de tu jaula!
VERA VIOLETTA
En pos de su nieve se lanza el río
Por el gran desnivel de los breñales;
El aire es vendaval, y hay vendavales
Por la ley del no-fin, del no-vacío;
la más hermosa espiga del estío
No sueña con el pan en los trigales;
El más noble panal de los panales
No declaró jamás; Yo no soy mío.
Y el sol, el padre sol, el raudo foco
Que lo fomenta todo en la Natura,
Por fecundar los polos no se apura,
Ni se desvía un ápice tampoco.
¡Todo lo alcanzarás solemne loco,
Siempre que lo permita tu estatura!
LA YAPA
Como una sola estrella no es el cielo,
Ni una gota que salta, el Océano,
Ni una falange rígida, la mano,
Ni una brizna de paja, el santo suelo:
Tu gimnasia de cárcel no es el vuelo,
El sublime tramonto soberano,
Ni nunca podrá ser anhelo humano
Tu miserable personal anhelo.
¿Qué saben de lo eterno las esferas;
De las borrascas de la mar, la gota;
De puñetazos, la falange rota;
De harina y pan, la paja de las eras?...
¡Detente, por piedad, pluma, no quieras
Que abandone sus armas el idiota!
miércoles, 4 de agosto de 2010
Somos
Raza extraña
a medio camino
entre el lodo y las hadas,
somos el grito de la india violada
y el último gemido de placer
del conquistador;
la lágrima inmensa del aborigen
aperreado
y la risa cómplice
de los que azuzaron al animal;
estamos a medio camino
entre el mar gigantesco
y la orilla infinita,
entre el palo tintóreo
y el arcabuz,
somos
una raza sin gracia divina,
mitad barba
mitad limpidez,
somos algo
extraño,
creado de la nada;
tres sangres mezcladas
abriéndose paso
entre montañas de pubis
y torres de placer.
Cs, 2003
Apamates
APAMATES
I
El apamate suelta lentamente
su lluvia rosada de flores,
es una suerte hallar
alguna fresca en el suelo.
II
El tránsito intenso de hombres ajetreados
atropella sin lástima
cada copo de apamate
III
flor instantánea que lo embellece
sin ella es un árbol más
en esta ciudad hiriente,
rápida
y ensordecedora,
que aun guarda para las próximas primaveras
agradables sorpresas
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