Este artículo, en el que se expone la diligencia y la “tolerancia” con la que las autoridades de la UCV “atienden” un justo reclamo, mal planteado por los estudiantes, deja entrever que sólo son capaces que detenerse ante sus decisiones administrativas cuando son impelidos por la violencia, no justificada, pero violencia al fin.
El cobro de la segunda carrera fue una disposición mal planteada, que ya tiene un año ejecutándose, que además fue aprobada a trocha y mocha, sin consultar con la comunidad universitaria, -la Comunidad somos todos y no sólo el Consejo Universitario-, a los que las autoridades siempre les piden apoyo, y además siempre reciben.
La señora rectora podrá argumentar las razones que correspondan para esa decisión y el destino final que ha tenido, tiene y tendrá ese dinero cobrado a los estudiantes que asumen una segunda carrera, pero lo cierto es que la decisión generaliza y termina castigando a estudiantes que aunque tengan una carrera están más limpios que talón de lavandera. No se puede presumir –sin más- que porque estén realizando una segunda carrera –en nuestro país y en éste momento- implique que el mismo esté “forrado” de plata como para cancelar una (1) unidad tributaria por crédito.
Han debido haber comenzado con un cuarto o media unidad tributaria. Enviando el mensaje de su posterior aumento y de la necesidad de la medida, pero no fue así, apareció como decisión tomada y así se ha mantenido desde hace un año. En el fondo comprendo la medida, pero si es cierto que están en sintonía con el país al que forman, también deberían entender que cuatro (4) materias de cuatro (4) UT., son una carga que me dificulta creer que muchos estudiantes puedan costear con tranquilidad.
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