El libro de un hombre solo.

"...desde el momento en que las personas pierden su propia voz, se convierten en muñecos de trapo que no pueden escapar de la gran mano que los manipula."

sábado, 25 de septiembre de 2010

Habana Eva


Tener la oportunidad no solo de criticar sino de disfrutar una película es todo un placer. A algunos de mis amigos les dio por criticar duramente a Habana Eva, diciendo que es una peliculita rosa y nada más; que si Eva es presentada o “vendida” con una “Doña Flor y sus dos maridos”; llegar hasta allí en lo que ofrece esta buena película venezolana es quedarse en pañales, pareciera que cuando “descubrieron” la trama salieron corriendo del cine con el temor de que los pudieran cubanizar o vender una idea un tanto extraña de la “Isla de la Felicidad”, nada que ver, pero nada.

Mi amiga Carmen dice que la misma Fina Torres dijo que era una película de amor, lo hay como es natural, pues la propuesta busca enganchar a un público diverso y amplio, que con la propuesta pura y dura de denuncia política no lo lograría.

Hay una crítica seria a la forma en que los que huyeron de la Revolución desde 1960, se preparan para el momento post-Fidel, revisando el estado de la infraestructura de sus propiedades, hoy convertidas en viviendas multifamiliares, talleres, fábricas, restaurantes, etc. Dependiendo del informe que les haga “el fotógrafo” ellos deciden en una oficina en Caracas o Miami, si servirá para rehabilitarla o en su lugar colarán un Centro Comercial o Mall, como les dicen ahora.

Pero no se queda allí, Eva es una diseñadora, trabaja en una fábrica de vestidos de novias, donde los hacen sin gracia –como la Revolución- igualitos todos –en serie-, respondiendo a las ordenes que de “arriba” manan o emanan, al gusto del cliente. Ella tiene otra visión más moderna, cosa inevitable, no sólo en la moda sino del mundo. Pero en esa fábrica del Estado no lo puede hacer. Su elaboración responde a unas directrices inevitables. Su novio es en sus labios: “-un buen arquitecto…”, que no termina de armar un cuartico en el que ellos puedan vivir juntos. Ella está desesperada. Vista la cosa, el personaje de Juan Carlos García es accesorio en la trama, porque, incluso la amiga, asomo de jinetera es Abogada. La película denuncia mitos que nos han vendido a los latinoamericanos, en cuanto a “los éxitos” de la educación en la isla. ¿Cómo explicar estas cosas sin una trama amorosa de por medio? El cierra es un canto lamentable. La tradición las “invita” a un paseo en convertible por un malecón solo de gente y vehículos y ella saludando sin que nadie le responda el saludo.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Lecturas: Cuento y poesía



Entre anoche (18SEPT2010) y hoy (19SEPT2010) he terminado de leer un par de libros que tenía en la cola, el primero Un sueño comentado de Rubi Guerra (NORMA, 2004) me dejó la sensación agradable de buscar otro de sus libros y sentarme a leer, leer, leer, leer por largo rato. Me gusta su tono y la forma en que coloca frases que emulan grandes obstáculos, en los que te tienes que detener para comprender, obstáculos insalvables; como estos que están en el cuento Otros mares:

“…en su rostro, a pesar de las sombras, se adivinaba el rastro de las lágrimas; las saladas fuentes de la desdicha dejaban en sus mejillas surcos sucios y brillantes, igual que en la cara de un niño pequeño y abandonado.”



En el mismo cuento está esta otra frase que lo cierra:

“…la vida sigue y desgasta; se traga a los hermanos mayores, los tritura con suavidad y sin violencia, como lo harían unas encías sin dientes.”

Llegué a este autor por un comentario en prensa de Violeta Rojo, donde lo mencionaba. Son muchas las formas que tenemos para llegar a la literatura, siempre que queramos transitar por ella. Las imágenes que presenta, aun cuando no se conozca el oriente del país –ese es mi caso- las entiendes porque de alguna forma si estamos ambientados en los paisajes que evocan la explotación petrolera, las dictaduras y los sinsabores de los sueños truncados.

El otro es un libro de poesía: Pasado en limpio, de Arturo Gutiérrez Plaza (bid&co.editor/Equinoccio-USB, 2006). No leo poesía con la misma rapidez con que leo cuento o novela, en este género suelo detenerme un poco más, tal vez sea porque trato de comprendes con más detalle –sin llegar a hacer de entomólogo-, hurgo un rato en las palabras, me voy al diccionario a aclararme dudas, trato de entender la imagen, a veces simplemente tengo que desistir y aceptar que no comprendo, y rogar que en la siguiente página tenga suerte. En esta caso, disfruté de lo que me ofrecía el poeta y además me hice de algunas de sus oraciones o versos, sueño de paráfrasis para trabajos futuros. Tengo en mente un ensayo -leo actualmente sobre el tema- que aborde a los intelectuales venezolanos, los que son y los que se autodenominan, y una de mis paráfrasis será esta de Gutiérrez Plaza: “Si supiese qué rumbo persigue lo escrito todo tendría quizás un propósito común.” O este otro:
"Las ideas también bostezan, se reclinan sobre asustadas palabras"

Para cerrar dejo estos versos de su poema Entre jaulas que me parece bello y completo:

A cambio, colecciono pequeñas jaulas vacías
para que el aire pueda extender sus alas al levantar vuelo,
sin tropezar con otros reclusos

sábado, 18 de septiembre de 2010

La Vela de Coro, Miranda y J. L. Chirinos



Pensar en Coro no es sólo imaginarse a Francisco de Miranda desembarcado en esas soledades, espantadas por su discurso pero también por la propaganda desplegada por los realistas enterados de su proxima llegada. Hoy en el sitio en el que desembarcó a principios del siglo XIX hay un monumento que no llega siquiera a esa categoría, puede catalogarse de mamotreto, armatoste, construcción florida, etc. La idea del tal es hacer homenaje al sitio en que se izó la primera bandera nacional, la que con el tiempo le daría paso a nuestra bandera moderna con caballito corriendo raudo hacia la izquierda, ya no con el cuello doblado (morrocoya dixit) pero si desbocado, como si se le agotara el tiempo de poder actuar. ¡esito el caballito!, y con ocho estrellas claro. Pero en la plaza de La Vela de Coro, obra creada por el hombre (alcalde, gobernador, etc.) no hay una bandera siquiera, el monumento tiene cuatro (4) años aproximadamente, según nos informó el guía y ya no hay banderas, las placas se las llevaron, el granito está partido, las sillas de la plaza están arrancadas…todo una porquería, se podría decir.

Allí en La Vela, pareciera, no hay nada que ver. Habiendo viento, no hay "velas" que puedan ser batidas por él. Cuando se inflama una bandera, algo del orgullo nacional también se abomba.

Cuando se llega a la Zona Colonial la cosa cambia, las calles empedradas, las casas bicentenarias están bien pintadas, el impacto visual es positivo. Caminando por sus calles pasé frente al Museo, allí estaba esta obra en raro homenaje a José Leonardo Chirinos. Sin duda es su rostro, pero pareciera un chinazo pues en lugar de “homenajearlo” pareciera condenarlo a vivir eternamente con cadenas de esclavo entre cien y cien, como para queno se le olvide. José Leonardo Chirinos no fue esclavo, en honor a la verdad, no luchó por la independencia de la provincia, sino por imponer de algún modo su propia ley. Pero bueno, somos una nación un tanto sedienta de héroes y cualquier parada que haga alguien en la calle en contra de la autoridad –aquella o esta- solemos celebrarlo con un: ¡ese si tiene las bolas cuadradas…!

jueves, 16 de septiembre de 2010

Los Médanos de Coro



Hace poco visité (en un viaje fugaz) varias regiones de Venezuela. En eso que llamamos turismo nacional, especie de justificativo para poder decir: “…yo primero conocí Venezuela y luego empecé a salir al exterior…”. Cuando pienso en lo que vemos en nuestras regiones a veces me decepciono y maldigo a nuestro políticos –son, lamentablemente, nuestros- por ser de cortas miras y no darse cuenta de que el país en general –nosotros los venezolanos- no exigimos tanto para mantener –mantenerles- su statu quo, ese que les dará poder y más poder, que es el fin último de los que gobiernan en todas las trincheras.

Si no fuera por los monumentos naturales, que de algún modo salvan nuestro paseo turístico (La Gran Sabana, Los Médanos de Coro, las playas de Falcón, las aguas termales, la Laguna de Sinamaica) la infraestructura turística –con salvadas y honrosas excepciones: Mérida, por ejemplo- sería una porquería. Están tan ocupados en preservar el piche y efímero poder, que no se dan cuenta que dejan de trabajar por lo realmente importante. Prefieren enfrascarse en la corrupción o la malversación o en demostrar su ineficacia y su talante de burros (con el perdón de esos animalitos) como por ejemplo el Km. 0 de la Panamericana, el Metro, la Inseguridad. Pero bueno, ellos son así.

Quería mostrar cómo sitios turísticos naturales nos despiertan esa sensación de “yo soy de aquí”, “yo pertenezco a esto”: Los Médanos de Coro son un ejemplo, es un parque nacional. Cuando llegué allí –en mi caso por primera vez- me sentí extraño, demasiada arena, la tocas, la agarras en las manos y resulta que es amable, suave, nada pegajosa, te invita a quitarte los zapatos y las medias y a correr sobre ella. Veía esa inmensidad y pensaba en el Sahara, pero también en las viejas propagandas de Belmont y en las fotos de mi sobrina Camila rodando también entre ellas, en el comentario de Gilberto Santa Rosa sobre nuestros Médanos y en lo que una vez me dijo mi papá: “…ellos se mueven y tapan la carretera y hay que removerlos diariamente…”. No lo creí hasta que vi el tractor en plena vía, dispuesto para esa labor. Tal vez pensaba: “mi papá y sus vainas…”.

Estando en los médanos me lancé en una carrera pensando llegar a una loma visualmente cercana, cada vez que me detenía a ver cuanto me faltaba ésta estaba más lejos y corría y, como un espejismo, se volvía a alejar. Fue especial sentirme en la nada, sólo, alejado y a la vez cerca de todo. Las arenas de los Médanos de Coro no decepcionan a nadie. ¡Verdad Marietta!