Este es un espacio de opinión sobre todo lo que va saliendo o entrando en mi esfera de intereses. No aborda un tema particular, encontrarás aquí desde recetas de cocina, intentos de poesía, opinión, crítica, fotografía de la ciudad y ensayo corto. ¡Bienvenido!
El libro de un hombre solo.
"...desde el momento en que las personas pierden su propia voz, se convierten en muñecos de trapo que no pueden escapar de la gran mano que los manipula."
sábado, 18 de septiembre de 2010
La Vela de Coro, Miranda y J. L. Chirinos
Pensar en Coro no es sólo imaginarse a Francisco de Miranda desembarcado en esas soledades, espantadas por su discurso pero también por la propaganda desplegada por los realistas enterados de su proxima llegada. Hoy en el sitio en el que desembarcó a principios del siglo XIX hay un monumento que no llega siquiera a esa categoría, puede catalogarse de mamotreto, armatoste, construcción florida, etc. La idea del tal es hacer homenaje al sitio en que se izó la primera bandera nacional, la que con el tiempo le daría paso a nuestra bandera moderna con caballito corriendo raudo hacia la izquierda, ya no con el cuello doblado (morrocoya dixit) pero si desbocado, como si se le agotara el tiempo de poder actuar. ¡esito el caballito!, y con ocho estrellas claro. Pero en la plaza de La Vela de Coro, obra creada por el hombre (alcalde, gobernador, etc.) no hay una bandera siquiera, el monumento tiene cuatro (4) años aproximadamente, según nos informó el guía y ya no hay banderas, las placas se las llevaron, el granito está partido, las sillas de la plaza están arrancadas…todo una porquería, se podría decir.
Allí en La Vela, pareciera, no hay nada que ver. Habiendo viento, no hay "velas" que puedan ser batidas por él. Cuando se inflama una bandera, algo del orgullo nacional también se abomba.
Cuando se llega a la Zona Colonial la cosa cambia, las calles empedradas, las casas bicentenarias están bien pintadas, el impacto visual es positivo. Caminando por sus calles pasé frente al Museo, allí estaba esta obra en raro homenaje a José Leonardo Chirinos. Sin duda es su rostro, pero pareciera un chinazo pues en lugar de “homenajearlo” pareciera condenarlo a vivir eternamente con cadenas de esclavo entre cien y cien, como para queno se le olvide. José Leonardo Chirinos no fue esclavo, en honor a la verdad, no luchó por la independencia de la provincia, sino por imponer de algún modo su propia ley. Pero bueno, somos una nación un tanto sedienta de héroes y cualquier parada que haga alguien en la calle en contra de la autoridad –aquella o esta- solemos celebrarlo con un: ¡ese si tiene las bolas cuadradas…!
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